lunes, 6 de febrero de 2012

Anonymous

Hace una semana, el aglutinado de ciberactivistas y simpatizantes que compone el movimiento de Anonymous, dio un paso más. Fueron publicados en la red datos de personas relacionadas con el mundo de la cultura, como la exministra Sinde y el actual titular, José Ignacio Wert. No todos los que se esconden tras la ya famosa máscara de Guy Fawkes compartieron este ataque directo.
Profesionales, estudiantes, friquis de la informática... Cualquiera puede ser un'anon'. Bajo este nombre se conoce a los miembros del poderoso movimiento Anonymous, surgido para defender la libertad de expresión o los derechos humanos, según apuntan ellos mismos.
Se trata de un aglutinado de miles de personas enlazadas por el poder de convocatoria de las nuevas tecnologías y las posibilidades que esta brinda. No hay ningún representante, nadie puede dar la cara. Esta parece ser la consigna principal.
Una masa incorpórea tras la máscara
La máscara de Guy Fawkes esconde a esta masa resbaladiza y casi incorpórea, que actúa casi sin ser vista, a golpe de click. Pero la máscara cada vez esconde a más personas, con la diversidad de opiniones que esto implica. ¿Demasiadas ideas en el mismo envoltorio?
La incertidumbre surge tras el ataque más sonado de los ciberactivistas 'anons', que tuvo lugar la semana pasada. Los datos personales de nombres ligados a la cultura fueron puestos a ojos de todos en la red. La exministra Ángeles González-Sinde y el actual titular de la cartera, José Ignacio Wert, vieron cómo sus teléfonos, domicilios y correos electrónicos pasaron a la luz pública.

La amenaza como nueva estrategia

La estrategia, además, aspiraba a la amenaza, ya que advertía a aquellas personas que aún no tuvieran una opinión abierta sobre la ley antidescargas que serían los próximos blancos de apoyar la iniciativa legal.
Por lo pronto, la simpatía natural que parecía despertar Anonymous se resquebrajó. Y como apunta en una información el diario El País este domingo, muchos de los miembros del movimiento no están de acuerdo con la misma.
Comienza a cobrar peso la idea de que la plataforma es cobarde por no dar la cara, y de que sus ataques han sobrepasado los límites de la ética.
Esta discusión, que sin duda se estará desarrollando dentro de la masa de 'anons', reflejará la diferencia de opiniones entre ellos. Habrá que ver si, al final, la máscara termina por no soportar tal presión.